Convergencia primera
No sabía que fueras tan grande
hasta bien, por dentro verte,
hasta una vez más,
empezar a quererte.
Y con temor descubrir,
la locura de perderte.
Convergencia segunda
Cuánto viento hacía,
secaba la arcilla,
el trigo mecía.
Los mirlos cantaban,
un murciélago buscaba,
dónde posar sus alas
y los vencejos caían en picada armonía,
Cuánto viento hacía,
al terminar el día
Convergencia tercera
Reflejaba la Luna,
un grano de arena,
Que buscaba solemne
su mar de arcilla.
El océano, y la Luna
eran su casa
eran su orilla,
eran su presente,
su propósito de Vida.
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