Sin dejar sus nidos



Partía al amanecer,
y sentía, 
de las aves su trino
de la tierra, la aspereza,
del trigo, la mies.

Entre silvestre maleza,
no alcanzó ya a saber
si acaso la esperanza, 
quisiera un día volver,
con ternura y confianza
y el recuerdo del ayer.

No supo, por donde, 
el camino seguía
pues temía caer.
El suelo, nunca más fue ya firme
no dejó su alma ver.
Sin huellas ni raíces,
sentirse seguro quería,
para caminar otra vez.
Que el camino,
siempre avanza,
conduciendo tus pies
impulsando tus temores,
perdonando tus pecados
inculpando a cada quién.

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